La ética personal se refiere al conjunto de valores, principios y normas morales que una persona adopta y aplica en su vida cotidiana; se trata de la reflexión individual sobre lo que se considera correcto o incorrecto. Dichos valores, se adquieren a lo largo de la vida, y pueden ser influenciados por factores culturales, religiosos, educativos y familiares. En esta ética, se enfatiza la importancia de la autonomía moral, es decir, la capacidad de una persona para tomar decisiones éticas por sí misma, sin depender únicamente de la presión social o de la autoridad externa; implica pues, tener la libertad y la responsabilidad de actuar de acuerdo con los principios éticos que una persona ha adoptado.

La ética personal demanda así mismo integridad, un valor esencial, ya que se debe de actuar en congruencia con los principios éticos que se afirman, de manera que, lo que se piensa, se dice y se hace, incluso cuando nadie más está observando. Se debe asumir, además, la responsabilidad de las acciones propias; reconocer los errores, aprender de ellos y asumir las consecuencias de las decisiones. Por último, es de destacar que la ética personal no se limita a la consideración de uno mismo, sino que también incluye la consideración y el respeto por los demás; es decir, la empatía y la compasión son valores fundamentales que guían la forma en que una persona se relaciona con los demás.